El país más joven del mundo

No deja de ser curioso que, mientras buena parte de los países del Nuevo Mundo celebran este año dos siglos de emancipación, en la milenaria Europa un país festeje 24 meses de independencia.

La sentencia del Tribunal no es obligatoria ni crea derechos estables. Pero su contenido político resulta aplastante: a partir de ahora, numerosos gobiernos que no habían reconocido a Kosovo -nada menos que 127 de los 169 que componen la ONU- se sentirán autorizados para hacerlo, y los que ya lo hicieron despejarán toda duda. Aun así, son varios los que consideran que la legalización de la secesión de Kosovo, que hasta hace dos años era territorio serbio, inspirará varios movimientos separatistas en el mundo. Es lo que ocurre con España, que no ha reconocido ni se plantea reconocer al Estado kosovar por temor a estimular los grupos vascos y catalanes que aspiran a formar país aparte.

El más afectado es Serbia, pues, aunque insista en no ceder su soberanía sobre el territorio de Kosovo, ya sabe que será imposible retrotraer la situación a los tiempos en que se trataba de una región serbia sureña habitada en un 90 por ciento por ciudadanos de origen albanés. Cuando se disolvió la República Federal de Yugoslavia, a partir de 1991, y se atomizaron los Balcanes, Kosovo fue la última zona en conseguir la independencia, tras una guerra larga y cruel en la que tomaron parte tropas de la ONU. Con Estados Unidos como madrina -Bill Clinton tiene estatua procera en Pristina, la capital-, Kosovo se separó de Serbia en febrero del 2008. La decisión de La Haya confirma políticamente su existencia como república independiente, con 1,8 millones de habitantes vinculados histórica, cultural y étnicamente a Albania.

Independiente, sí, pero no propiamente ejemplar. El Estado kosovar es pasto de corrupción, foco de desempleo, espejo de pobreza y epicentro de tráfico de drogas. Con la población más joven de Europa y miles de emigrantes repartidos por el continente, la sentencia del jueves representa para Kosovo el comienzo, no el final de un proceso de autodeterminación.

fuente:eltiempo.com