Enviar a email
  

  
Tiempo de lectura
03:15 min.
02/Abr/2015
Lo Que Nunca Viste

Diez santuarios unidos al Cosmos Parte 3

Santuario Pirámide de Kukulkán, Chichén Itzá

Compartir
La ciudad maya de Chichén Itzá, en plena península del Yucatán, fue fundada en las primeras décadas del siglo VI d.C. Galardonada por la UNESCO con el título de Patrimonio de la Humanidad, sus cerca de quince kilómetros cuadrados están poblados con sorprendentes construcciones como la de El Caracol o el Templo de los guerreros. Precisamente, la primera de ellas ha sido señalada por muchos investigadores como un posible edificio destinado a las observaciones y cálculos astronómicos, a los que los mayas eran tan aficionados. Pese a que El Caracol cuenta con una fisionomía que recuerda a nuestros modernos observatorios, no hay evidencias concluyentes de que cumpliera dicha función. Muy distinto es el caso de la pirámide de Kukulkán, bautizada por los conquistadores españoles como “El Castillo”. Este templo, construido por los mayas en el siglo XII, está compuesto por una estructura piramidal de nueve alturas y cuenta con sendas escalinatas en sus cuatro caras. En sus orígenes, la pirámide fue dedicada al dios Kukulkán, término maya que significa “serpiente emplumada”, una advocación que resulta evidente al observar las numerosas decoraciones que representan a este animal mítico.
Al igual que en el caso de Angkor Wat, el templo maya esconde en su forma y dimensiones varias claves astronómicas. Los mayas desarrollaron un calendario solar de carácter agrícola, compuesto por dieciocho meses de veinte días cada uno. Esto daba un total de trescientos sesenta días, a los que se sumaban otros cinco, llamados uayeb, considerados nefastos.
Un vistazo detenido a la pirámide nos desvela datos llamativos en este sentido. Las cuatro escalinatas que ascienden hasta el templo superior están formadas por 91 escalones. Multiplicando esta cifra por las cuatro escalinatas, obtenemos 364 y si le sumamos la plataforma superior, el resultado es de 365, igual al número de días del calendario Haab.
De forma paralela, los mayas contaban con un segundo calendario de carácter sagrado, llamado Tzolkin, formado por trece meses de veinte días, que daban un total de 260 días. Este calendario sagrado se unía al Haab en una rueda calendárica. Esto daba lugar a unas combinaciones de ambos calendarios que se repetían cada 18.980 días (o 52 años).
En cada una de las fachadas de la pirámide, si sumamos los escalones que existen a ambos lados de la escalinata central, obtenemos el número dieciocho, una cifra que coincide con el número de meses del calendario Haab. Además, en el basamento de cada fachada hay veintiséis paneles con decoración en relieve. Una cifra que, sumada a los veintiséis paneles del lado contrario, arroja 52, el número de ciclos del calendario Haab en la rueda calendárica.
Aunque estas llamativas correspondencias numéricas resultan curiosas, hay otro elemento astronómico en la pirámide mucho más espectacular. En la actualidad, Chichén Itzá sufre una auténtica invasión de visitantes coincidiendo con los equinoccios de primavera y otoño. En esos días, al atardecer, se produce un sorprendente fenómeno que revela importancia astronómica y simbólica del templo mexicano. Cuando esos días el Sol inicia su descenso, parte de las escalinatas del templo comienzan a proyectar un juego de sombras en el lado norte-nordeste. Dichas sombras adoptan la forma de una especie de serpiente geométrica, que con el paso de las horas va descendiendo por la escalinata, como si el propio dios hubiera hecho acto de presencia, hasta llegar a una cabeza de serpiente emplumada que existe en el arranque de la escalinata. El fenómeno tarda en completarse unas cinco horas, y permanece visible durante unos cuarenta y cinco minutos.
Esta simbología cósmico-religiosa se completa con otros fenómenos similares, que se producen en los solsticios. En el de verano, al amanecer, el sol ilumina durante quince minutos los lados norte-nordeste y sur-sudeste, quedando los dos restantes sumidos en la oscuridad. En el solsticio de invierno, el fenómeno se repite, aunque en este caso al atardecer, y con las fachadas oeste-nordeste y sur-sudeste iluminadas y las contrarias en oscuridad.

Fuente: http://www.planetasapiens.com/
Fecha
02/Abr/2015
Etiquetas
Pirámide de Kukulkán Chichén Itzá
El arte de envenenar

El arte de envenenar

El mundo renacentista fue tan bello como brutal. Asesinatos y conjuras estaban a la orden del día. Y el veneno se convirtió en el arma más sofisticada.

28/Sep/2017
Vasija de arcilla

Vasija de arcilla

La vasija de arcilla fue enterrada bajo la cocina de una cabaña.

24/May/2017
Compartir

Boletín por email

Únete
Cargando...