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26/Mar/2015
Lo Que Nunca Viste

Diez santuarios unidos al Cosmos Parte 1

Santuario Angkor Wat.

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En la actualidad, más de un millón de turistas visitan cada año los restos de la enigmática ciudad de Angkor, en las densas y exuberantes selvas del norte de Camboya. Sin embargo, desde su nacimiento en el siglo IX hasta su “redescubrimiento” más de mil años después por el explorador francés Henri Mouhot, sus increíbles construcciones habían permanecido ocultas a los ojos occidentales.
La gigantesca ciudad es la mayor urbe preindustrial del mundo y llegó a tener una superficie de 3.000 kilómetros cuadrados, está salpicada por más de mil templos, lo que la convierte en uno de los enclaves sagrados de Asia. Sus orígenes están ligados a la cultura del Imperio Jemer y vivió una época esplendorosa hasta el siglo XV, cuando la capital se trasladó a Ponme Penh. Pese a la fascinante acumulación de edificios religiosos, entre el patrimonio de la urbe camboyana destaca especialmente el llamado templo de Angkor Wat. Esta construcción data del siglo XII, y fue erigida por orden del rey Suryavarman II (1113-1150) en honor al dios hindú Vishnú. El llamativo templo posee una planta rectangular, y está separado del terreno circundante por un foso inundado. Para acceder a su interior hay que pasar un puente en su lado oeste, que conduce a una calzada recta que lleva al visitante hasta la puerta principal. Básicamente, Angkor Wat está compuesto por tres terrazas, cada una más pequeña que la anterior y situada a mayor altura. En la parte central, la más elevada, destacan cinco torres, una central más alta y otras cuatro que la rodean.
Sin duda, la visión de este templo, enclavado en el paisaje camboyano, resulta espectacular. Sin embargo, sus secretos más fascinantes, relacionados con la astronomía, no son visibles a simple vista. En primer lugar, Angkor Wat es una evocación en la tierra del monte Meru, centro del universo y residencia de las divinidades según la mitología hindú. Un simbolismo cósmico que adquiere forma con las cinco torres del santuario, que evocan los cinco picos de la montaña sagrada.
A otro nivel, las sorpresas son aún mayores. En 1976, varios científicos estadounidenses daban a conocer, a través de las páginas de la publicación científica Science¹, unas conclusiones sorprendentes. Los sacerdotes-astrónomos camboyanos emplearon en la construcción del recinto una medida conocida como “codo camboyano”, cuya longitud equivale a 0,43545 metros. Tras examinar concienzudamente las dimensiones del templo, los investigadores descubrieron que los arqueólogos del templo habían codificado en ellas mensajes de naturaleza calendárica. Así, si observamos los muros exteriores del recinto descubrimos que tienen una longitud de doce veces 365,24 codos. Es decir, la duración exacta del año solar. Igualmente, los ejes norte-sur y este-oeste del recinto interior donde se eleva la torre central arroja una cifra casi idéntica: 365,37 codos, un número que vuelve a aludir al ciclo solar anual.
Pero aún hay más. Si medimos la distancia existente entre distintos puntos que aparecen en el recorrido del eje este-oeste del edificio, encontramos varias cifras expresadas en codos: 1.728, 1.296, 864 y 432. Multiplicando por mil cada una de estas cifras, obtenemos exactamente la duración en años de los distintos periodos de tiempo de la mitología hindú: Krita Yuga, Treta Yuga, Dvapara Yuga y Kali Yuga.
El estudio publicado por Science desvelaba también la existencia de varias orientaciones astronómicas con ciertas partes del templo. Los investigadores registraron hasta un total de veintidós alineaciones, aunque destacan especialmente tres. En el equinoccio de primavera, un observador situado al comienzo del puente que conduce a Angkor Wat, observará con asombro que el Sol surge de madrugada justo sobre la torre central del conjunto. Tres días después, el fenómeno se repite si variamos unos metros nuestra posición. Curiosamente, la cultura temer celebraba el año nuevo en el equinoccio de primavera, y por espacio de tres días.
En este misma entrada oeste encontramos otros alineamientos destacados. El día del solsticio de verano, el Sol se eleva para el observador justo sobre la colina sagrada de Phnom Bok, a unos 17 kilómetros de Angkor Wat. Por el contrario, en el solsticio de invierno, el fenómeno se produce en dirección sudeste, y en este caso el Sol nace justo en el cercano templo de Prasat Kuk Bangro.

Fuente: http://www.planetasapiens.com/
Fecha
26/Mar/2015
Etiquetas
Santuario cosmos Angkor Wat
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