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02:50 min.
29/Oct/2012
Lo Que Nunca Viste

El Puente del Beso

La hermosa y trágica leyenda de Cambaral.

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Este puente está envuelto en la hermosa y trágica leyenda de Cambaral, que Miguel I. Arrieta Gallastegui narra en «Historias y leyendas de Asturias»

Desde las costas de Argel y Tingitania una pequeña flota de piratas berberiscos que, con sus continuas incursiones, tenían atemorizados a todos los pueblos de la costa desde Avilés hasta Navia.
Mandaba la flota pirata un moro llamado Cambaral, famoso por la extrema crueldad que mostraba en sus asaltos y por lo ingenioso de sus ataques, era difícil capturar.
El señor de la fortaleza de Luarca, también conocido como La Atalaya, decidió que ya era hora de acabar con ellas y que, dado el fracaso de la flota real, se hacía necesaria una nueva estrategia que facilitara su captura.
Embarcando a sus más fuertes y aguerridos guerreros en sencillas embarcaciones de pesca, salieron a la mar a esperar que apareciese la flota berberisca; a pocas millas de Luarca, se pusieron a pescar con la intención de que los moros les viesen como un botín fácil.
En cuanto aparecieron los barcos berberiscos y vieron las barcas de pesca, se lanzaron a su ataque en cuanto se acercaron a ellas, pero decenas de guerreros perfectamente armados y preparados para el abordaje los estaban esperando, el combate fue largo y cruel.
Cambaral fue hecho prisionero, cargado de cadenas y conducido a la fortaleza de La Atalaya, en cuyas mazmorras lo encerraron sin curarle siquiera las heridas.
La hija del señor, una bella doncella de espíritu generoso y gran corazón, pidió permiso para curar sus heridas y se dirigió a las mazmorras.
Al verse, entre las sombras, sugió entre ellos el más puro amor.
La hija del señor, curó las heridas casi con veneración, pero también con una congoja que la atenazaba, pues conociendo bien a su padre, sabía cuál iba a ser el destino de Cambaral y, por ende, más que probablemente, el suyo.
Se declararon su amor mutuo y se hicieron promesas, pero cuando Cambaral se recuperó de sus heridas, volvió a emerger en él su audacia y su ingenio, que tan bien le habían servido en sus correrías por todas las costas, desde Argel hasta el Cantábrico, y planificó la fuga de ambos.
Fue una huida sin posibilidades de éxito, pero los amantes no venían sino el momento en el que su amor podría al fin desplegarse.
El señor de la fortaleza ya había sido avisado de la fuga y, con un destacamento de tropas, esperaba a los amantes en el puerto; allí acabaron sus sueños y pusieron a prueba todas aquellas promesas que se habían hecho; viendo imposible la huida, Cambaral abrazó a la hija del señor de Luarca; ambos se miraron como si estuvieran diciendo algo; ambos se besaron como si ya nunca más se pudieran besar y el señor de Luarca, loco de ira, incapaz de soportar aquel beso que para él era blasfemia, de un solo tajo, cortó ambas cabezas, las cuales fueron a escabullirse, en su beso final, a las frías aguas del puerto, justo donde años después se levantaría el llamado Puente del Beso.
El barrio de pescadores lleva su nombre y se suele distinguir dentro de él, el Cambaral Alto, que es donde habría estado la fortaleza y hoy, en su lugar, hay un monumento, llamado, precisamente, la Mesa de Cambaral, y Cambaral Bajo, que es donde está el muelle.
Fecha
29/Oct/2012
Etiquetas
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