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19/Abr/2012
Lo Que Nunca Viste

Fantasmas a bordo.

El transatlántico encantado.

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El Great Eastern fue diseñado por el ingeniero Isambard Brunel para transportar a nada menos que 4000 pasajeros entre Inglaterra y Australia, medía más de 200 metros de largo y 25 de ancho y desplazaba unas 32000 toneladas.
Sus artífices lograron con éxito el desafío que suponía la construcción de un navío de estas características en pleno siglo XIX, sin embargo, no pudieron evitar que naciese tocado por la mala suerte.
La racha de accidentes y desgracias que rodearon al Great Eastern comenzó ya en los astilleros de Mirwall - Londres.
El primero según la leyenda la causa de los demás, fue la desaparición de uno de los operarios, un remachador, mientras trabajaba en el interior del coloso.
Durante los 27 años de vida útil del navío, retumbó por su casco el misterioso sonido de unos martillazos de procedencia desconocida que se iban y volvían en determinadas ocasiones, según afirmaron varios testigos, entre ellos uno de los capitanes del barco.
En 1859 su viaje de prueba, terminó en tragedia al estallar una de las calderas matando a cinco personas.
Todas sus travesías estarían marcadas por las tormentas y los accidentes, el más grave fue la colisión contra un escollo sumergido cerca de Nueva York.
Dado que nunca logró llenar las 4000 plazas del pasaje, la compañía propietaria, ahogada por las deudas, se vio obligada en 1864 a venderlo.
El navío fue empleado a partir de entonces para tareas no relacionadas con el transporte de pasajeros, en 1865 se le reutilizó como carguero durante las operaciones de tendido del primer cable transoceánico. Su participación en la empresa fue tan accidentada como el resto de su trayectoria.
En 1885 fue remolcado a los astilleros de Liverpool para ser desmantelado, tras llegar sus dueños a la conclusión de que valía más a trozos que entero.
El Great Eastern aún guardaba una pequeña sorpresa en su interior, se dice que en 1889 los operarios que trabajaban desguazando el gigante de hierro encontraron un esqueleto emparedado entre dos de los cascos de la nave, junto a él, una bolsa de herramientas oxidadas y otra con remaches metálicos.
El emparedamiento del remachador explica para la leyenda la fatal maldición que persiguió al Great Eastern.
No habría que olvidar tampoco el hecho de que el diseño, la construcción y el manejo de un barco de su tamaño no tenían precedentes, por lo que es probable que no todo funcionase como se había imaginado al principio.

Fecha
19/Abr/2012
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