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07/Abr/2012
Lo Que Nunca Viste

La Casa de los Espejos.

En la ciudad española de Cádiz...

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En la ciudad española de Cádiz, y frente al monumento del Marqués de Comillas, se ve una elegante casa de tres pisos y abundantes ventanas que evoca con su arquitectura épocas pasadas.
Cuenta la leyenda que en aquella casa vivía un importante almirante junto a su esposa y su hija. El almirante, que adoraba y consentía a su hija más de la cuenta, le traía un nuevo espejo cada vez que volvía de uno de sus viajes a tierras americanas.
Así, como un reflejo del afecto que el almirante sentía por su hija, con el paso de los años la casa fue repletándose de espejos en los cuales la hermosa chica podía mirarse una y otra vez satisfaciéndose con aquella belleza de la cual su padre presumía ante sus amigos y compañeros.
Mientras su madre, sumida en las espesas sombras del olvido, sufría cada vez más celos y su resentimiento hacia su propia hija crecía cada vez mas.
En los periodos en que el almirante se ausentaba, las discusiones y peleas entre madre e hija cada vez eran más frecuentes, la relación madre-hija estaba cada vez más contaminada por el secreto odio que había empezado a crecer en la madre, que acabó por arrastrar al crimen a la esposa del almirante.
En uno de aquellos viajes la mujer del almirante aprovechó para poner veneno en una bebida y así acabar de una vez y para siempre con aquella hija a la cual terminó viendo como una rival a la que debía liquidar para recuperar el amor que le había sido robado.
Cuando el padre de la joven regresó, se deshizo en llanto al saber que su amada hija había muerto; según la esposa una terrible enfermedad fue la causa de la muerte.
Mientras el padre lloraba desconsoladamente en la habitación de su hija, en uno de los espejos que más apreciaba su hija apareció como en un mensaje enviado desde el más allá la escena de lo que realmente sucedió y pudo ver como su esposa ponía matarratas en la comida, un veneno que deterioró a su hija hasta que finalmente murió tras una larga agonía.
Lleno de ira ante la amarga verdad, el almirante obligó a su esposa a confesar el crimen y se encargó de hacer que fuese condenada a pasar el resto de sus días tras la soledad de las rejas.
El viejo marinero nunca más pudo vivir en aquella enorme casa en que cada espejo le recordaba a su hija perdida, por eso se marchó lejos sin importar las consecuencias, dejando tras de sí una casa que permanecería abandonada durante décadas.
Durante ese tiempo la historia de la casa de los espejos y lo que en ella ocurrió empezó a hacerse más conocida y algunos osados jóvenes aprovechaban la noche para entrar en ella a escondidas y demostrar su valentía o investigar si era cierto que allí aún residía el alma en pena de la chica asesinada.
Aseguraban que en la planta superior de la vivienda se podían escuchar llantos y lamentos de niña y en el silencio de la noche el sonido parecía rebotar de forma extraña en los espejos, como si el sollozo proviniera de cada uno de ellos.
Según cuentan, aquellos que osaron romper uno de los espejos en los fragmentos, no se reflejaba su rostro, como si el trozo de espejo se negara a devolver su imagen, si uno era tan imprudente como para mirarlo fijamente el suficiente tiempo aparecería la niña muerta reflejada, asomando lentamente su cara con una expresión de ira que haría palidecer al más valiente, aterrorizados huían los más rápidamente posible del lugar y mientras escapaban podían ver por el rabillo del ojo como la niña les observaba desde dentro de los espejos que aún seguían intactos.
Todo el que conoce la leyenda y cree en fantasmas, mira con cierto temor o respeto aquella casa en la que hace apenas unos pocos años los jóvenes seguían organizando incursiones en grupo o concursos para ver quién se atrevía a permanecer más tiempo dentro del caserón. Ninguno se atrevió a entrar por segunda vez.
Fecha
07/Abr/2012
Etiquetas
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